miércoles, 14 de noviembre de 2007

Pavimento con nubes!

Ayer me ha vuelto a hablar, pero, no le he contestado, no quiero hacerlo más, quiero enterrar su recuerdo en el fondo de mis pensamientos y que no salga, necesito seguir adelante pues, con ella abordándome, estoy estancado.

Tenía las sospechas y las pruebas también, pero no lo había confirmado, faltaba el solo acto que la inculpara y podría descargar todo lo que sentía en su rostro. Estaba enfurecido, la llamada para acudir a ese almuerzo juntos nunca tocó nuestro tema en mi movil, entonces, hice mi camino al punto donde me imaginaba la encontraría y ahí estaba él esperándola, mi sangre envenenada bullía causando dolor mientras fluía con fuerza saliendo por cada uno de mis poros, pero conservé la calma, podía talvez ser coincidencia y, todo esta película solo ser real en mi imaginación. Nunca pensé que podría hacerme tal cosa, traicionarme de esta manera.

Impaciente y ansioso, me devolví al puente peatonal por donde estaba obligada a pasar y casi llegando al otro extremo venía, apurada como siempre pues siempre llegaba atrasada a todas partes. Por suerte no me vio y rápidamente di media vuelta y volví donde él la esperaba, me escondí tras un vehículo y esperé sin esperanzas que siguiera de largo, pero no, fue directo hacia él y le saludó con un beso y tomó su mano. Las lágrimas corrían lenta pero incontrolablemente por mi rostro y comencé a caminar hacia ellos, no podía detenerme y no sabía que haría una vez los alcanzara. Ellos se disponían a cruzar la calle y los alcancé justo cuando empezaban a desplazarse hacia el otro lado y caminé a unos metros tras ellos. Para cuando ellos estaban en la mitad de la calle, un grito se me escapó, fue como un ladrido, fuerte y grabe y grité su nombre. Ambos se detuvieron y giraron en sus talones para ver mi rostro mojado y, ahí estábamos los tres, el eterno triangulo que jamás terminaría, que me envenenaba la sangre, que oscurecía mis sueños y mis días.

Suavemente, sin levantar más la voz y entre dientes le dije,
-Te odio.

Ella estaba atónita, creo que en su interior sabía que tarde o temprano los encontraría juntos otra vez, pero no quise sacarla de su trance mientras le dirigía horribles palabras que solo ella podía entender mientras escapaban entre mis labios.


…Un sonido fuerte, un auto arrastrándose y un golpe…


Luego, ella estaba en el suelo, yo la sostenía del cuello y ella me lloraba y me pedía perdón, que nunca quiso hacerme daño, que desde ahora en adelante solo sería para mi y que nunca más tendría ojos para otro hombre, el suelo era celeste, y hasta parecían dibujarse nubes en él, entonces ella me dijo que ahora podría vivir en nuestra casa, esa que estaba esperando por nosotros y a la que ella llegaría después.

No la pude perdonar y, ahora vivo en La Casa Maldita.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanyçta lo ke escribis, legal
eris muy bakan pa escribir
sigue noma
xD

bye

Laur!feR dijo...

Muchas gracias Paz, se agradece tu visita y el comentario.
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Salu2