jueves, 30 de agosto de 2007

Bianca y Mauro I Parte.

Dormía tranquilamente la siesta de la tarde, en mi cama, echado a los pies como de costumbre estaba Dexter mi perro, aunque ya era tarde, no sentía ganas de levantarme para continuar con la rutina de ese día, talvez, debería buscarme un trabajo para hacer que el tiempo transcurra más rápido.

Mientras vagaba por esos pensamientos fue que los escuché, débil pero claramente, eran las voces de dos niños jugando y gritando mientras parecían disfrutar de alguna programación televisiva instalados en mi living, Dexter salió disparado de la cama al piso de abajo, lo que me hizo abrir los ojos y saltar sobre la bajada de cama negra de materiales sintéticos que mi padre me regaló un tiempo atrás. Entonces, me apuré hacia la puerta al mismo tiempo que arrastraba las zapatillas de dormir mientras las calzaba en mis pies, la abrí tan rápido que una ráfaga de viento me hizo apretar los ojos, cuando asomé con sigilo mi cabeza fuera de la pieza, y la giré en dirección poniente, no pude ver a nadie, tampoco escuchaba las risas y, las puertas de los otros dormitorios permanecían cerradas como las había dejado la noche anterior, lo mismo pasó cuando miré hacia el oriente. Debió ser mi imaginación pensé y, cuando me disponía volver al calor de mi cama ignorando la actitud de Dexter, volví a oírles, esta vez, puse mucha atención a las risas y deduje que venían desde la cocina, corrí en esa dirección atravesando el largo pasillo del segundo piso hasta llegar a la escalera que conducía al nivel inferior de la casa. Me detuve unos segundos a escuchar nuevamente, pero ningún sonido llegó a mis oídos, seguí bajando la escalera lentamente deslizando mis dedos por sobre el pasamanos de madera tallada, parecía que un pie le pedía permiso al otro para dar un paso. Para cuando mis pies tocaron ambos el suelo de la sala principal, desde donde destacaban dos grandes palmeras que franqueaban la mampara de la puerta frontal, los escuché nuevamente, esta vez más lejanos, parecían provenir desde el patio lateral frente a la cocina, esta vez, caminé despacio, el frío del mármol gris perla parecía penetrar directamente mis huesos, como omitiendo por voluntad propia la piel y la carne de mis pies. Al llegar a la cocina, el frio ya se había apoderado de todo mi cuerpo y temblaba de pies a cabeza, pero seguía caminando, lentamente, como un felino acechando a su presa. iba en buena dirección, los ladridos de Dexter provenían de aquella dirección.

Era más curiosidad lo que me movía, el miedo, no era más que un mero pensamiento que revoloteaba al interior de mi cerebro, ¿Cómo puedo sentir miedo de dos niños?.

Para cuando llegué al patio, ahí estaban, pero no eran niños.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

oye kxai q estaba mirando tu blog
y los q escribiai i teencuentro super genial, eris como onda ultra inspirado, y hace tiempo k estoy esperando la continuacion de tu historia
asi q ojal vuelvas a escribir pront y no dejes botado tu blog
xd
xau

Laur!feR dijo...

Hola, gracias por tu comentario es muy alentador :D

Pronto seguiré escribiendo, por ahora, estoy concentrado tratando de darle partida a "MAD TOWN", una agrupación de bloggers pseudo-escritores frustados que pronto dará a conocer su trabajo basado en una nueva forma de hacer blogging.

salu2 ;D and, stay in tune!

Anónimo dijo...

sigue la historia porfa
me tiene intrigada...si no eran niños que eran?
suerte, y sigue luego porfa.